
A quien se quiere engañar con palabras de aliento o la clásica frase “Fuerza, la vida continua”, si no hay dolor mas inmenso que ver a una madre llorar ante su hijo muerto, ver reflejado en su rostro la tristeza, el dolor, la amargura y la impotencia de no poder hacer nada , ver como en el transcurso de dos minutos, de dos inolvidables y trágicos minutos, todo se venía abajo como un castillo de naipes, ver pasar en tu memoria como si fuese una película todos los recuerdos, los buenos los malos todos “esos” inolvidables recuerdos. Gracias a Dios no todos somos indiferentes al dolor ajeno, y aunque para mi no fue ajeno por que lo viví, perdí a la amiga a la madre a la tía, perdí a mi Tía, aun no lo puedo asimilar, no imagino llegar a Pisco y no encontrarme con su sonrisa. No pude despedirla pues hubiera sido mas grande el dolor, suficiente con ver los ojos enrojecidos de mi padre e imaginar el rostro desolado de toda la familia, mi familia, que aun se resigna a abandonar el lugar, pues no hay manera de convencer a todos ellos que han nacido, crecido, reproducido e irónicamente encontrado la muerte en tan fatal circunstancia. Y no sé si decir mas irónico encontrarla dentro de una Iglesia. Pero que podemos hacer, la naturaleza nos sorprende, solo nos queda la fe; la fe en Dios. A casi dos años de lo sucedido y seguimos en las mismas NO ES JUSTO..
Mis sinceras condolencias a todos aquellos que perdieron a un familiar, el inolvidable 15 de agosto del 2007. Sigamos ayudando aun nos necesitan.