viernes, 29 de mayo de 2009

La DiSTanCiA..


Cuando lo conocí, ya sabía que las cosas iban a tener que ser así. Inconscientemente no quería empezar a ilusionarme con algo que, en ese momento, para mí no podía. Él era de otra ciudad y sabía que llegaría el momento en el que tenía que partir. Y ese momento llegó…Así como en los tiempos de mi abuelita, en el que se intercambiaban cartas y telegramas de amor, ahora serían los e-mail pero por parte mía, le contaba lo que había hecho en el día. Pero esta comunicación duró poco pues de su parte no habían comentarios.A pesar de la diferencia de nuestros horarios. Me hubiera gustado que a los e-mails se le sumaran las conversaciones por MSN, pero nada.. y así pasaron las semanas… Cuando no podíamos hablar o cuando él no me llamaba, lo extrañaba, y esperaba ansiosa que llegara el día en que regresara, nerviosa por descubrir si esa química y entendimiento seguía igual.¿Qué era todo eso? ¿Por qué había terminado ilusionándome? Quizás tan solo era que él se había apoyado en mí para no sentirse tan solo. Quizás había cambiado la imagen que tenía de mí la cual ya no correspondía con la realidad. Hasta que llegó. Lo primero que hizo, después de ir a su casa, dejar sus cosas, bañarse y cambiarse, fue no precisamente ir a buscarme. Pues su llegada era por “trabajo”. Como era de esperarse, no todo era felicidad: el fantasma de su próximo viaje nos atormentaba. Esta vez se iría y las próximas veces de su llegada las visitas eran menos para míEl día que se fue, fui a despedirlo. Me sentía fatal y cuando llegué a mi casa después de esa despedida, sentí que algo dentro de mí se apagó (estuve tan triste las primeras semanas, no quería ver a nadie ni hacer nada pues me había quedado sola. Fue ahí cuando empezó la pesadilla que significa tener –y mantener- una relación a distancia. Viajé en dos oportunidades a donde él estaba, tratando de que las cosas no cambiaran, pasamos juntos días muy bonitos.. pero de su parte hacia mí nada.Amé y detesté al MSN. Gracias a él hubiéramos podido mantenernos comunicados con frecuencia y sin que nos costara un dineral, pero las pocas veces que estas se dieron las frases eran malinterpretadas y las conversaciones, imposibles.No quería que me olvidara…hasta le hice un video enseñándole mi nuevo 4to, el cual jamás le mostré. Todas las noches, antes de irme a dormir, me sentaba a escribir ya no a él, sino sobre una especie de Diario, en el cuál escribía mis sueños y pensamientos aunque fuesen un par de líneas. Quería que al despertar tuviera algo de mí que leer y, todos los días yo me despertaba esperando encontrar algún msn en mi celular. Y cuando esto no sucedía, pasaba de la desilusión a la preocupación, pasando por la desconfianza.Hubo muchos problemas, sobre todo porque era obvio que cada uno tenía una vida lejos y simplemente no podíamos ponerla en pausa. La cuestión era que él sí conocía mi vida acá, pero yo no conocía la suya allá. Y surgieron las dudas: ¿Quiénes son tus amigos? ¿Qué planes tienes para el fin de semana? ¿Con quién saliste anoche? ¿Y… has conocido a alguna chica simpática?… Solo me quedaba confiar en él a ojos cerrados y créanme que no fue nada fácil, sobre todo porque, conforme iba pasando el tiempo, sentía que el entusiasmo de los primeros días se desvanecía.Lo peor vino cuando, no sé por qué la mayoría de las veces que lo llamaba, justo él estaba en un lugar de su casa donde no había señal. Eso me desesperaba, porque empecé a creer que esa historia de que “en la casa no hay señal” era la coartada perfecta para apagar el teléfono y hacer quién sabe qué. Pero como comprenderán, con el paso de las semanas, la comunicación iba disminuyendo y los problemas, aumentando. Sin embargo, seguíamos. Superamos trabas y nos dimos fuerza mutuamente a punta de promesas, promesas que nunca llegamos a cumplir